Soñar, progresar, confiar. En esos tres verbos sostuvo mayormente Henrique Capriles Radonski (PJ), gobernador de Miranda y precandidato a las primarias presidenciales de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el discurso en su lanzamiento definitivo a la contienda, que se realizó ayer al mediodía en el gimnasio "Papá Carrillo", mejor conocido como Parque Miranda.
Este fue el cuarto evento realizado por Capriles en las últimas semanas para aceptar la postulación a las elecciones que la alianza de oposición convocó para el 12 de febrero de 2012. Antes lo hizo con Podemos, Vanguardia Popular y Primero Justicia. Siempre en recintos cerrados. Ayer, el local en el que caben cinco mil personas, estaba con el aforo lleno. Pantallas gigantes permitieron seguir detalles del acto -diseñado para la televisión- a quienes ocupaban las filas bajas.
Consecuente con el discurso del aspirante, quien dice querer ser el abanderado más allá de los partidos políticos, los dirigentes de las organizaciones políticas que le respaldan -incluyendo los de Primero Justicia- fueron ubicados en las gradas, al frente de la tarima desde donde Capriles dirigió un discurso de 36 minutos. Detrás de él, vestidos con franelas que recordaban el tricolor nacional, una barra de jóvenes, al estilo de los partidos europeos.
Entre los dirigentes políticos presentes, Roberto Enríquez, presidente de Copei, y otros miembros de esa dirección que aún no fija posición oficial sobre a quién respaldarán, tras la declinación el martes del gobernador César Pérez Vivas.
¡Sí podemos!
Capriles Radonski -así, recobrado su apellido materno en las pancartas que le anuncian como el próximo Presidente- hizo una exposición que resultó totalmente familiar, basada en "el camino" que encontró Miranda bajo su administración y que ahora él ofrece a Venezuela. La invitación a subirse al "autobús del progreso", su sueño con "empleos de calidad", un país donde "nadie tenga que ponerse la franela de un color" para obtener servicios a los que tiene derecho y que tiene "más futuro que pasado".
El gobernador no ha hablado en los actos similares más de 25 minutos. Ayer, quizás por una intervención más prolongada y por lo grande del espacio, su garganta dio muestras de resentirse y se hizo muy notorio a la media hora. Apeló varias veces a la versión criolla del lema de Obama: "Yes, we can". "¡Sí podemos!", dijo y muchas veces el público, generoso en aplausos, le ovacionó. La aclamación fue especialmente alborozada cuando dijo: "Ningún empleado público puede sentir incertidumbre. Todos los empleados públicos son parte del progreso".
Sobre la renta petrolera, Capriles dijo que debe usarse "como una gran palanca para dejar de depender del petróleo". Sobre la Fuerza Armada, señaló que su aspiración es devolverle a esa institución el respeto por el mérito para que sirva a todos los venezolanos.
No dejó de lado la necesidad de que en Venezuela se restituya la justicia plena y aprovechó para recordar su capítulo personal, que le valió la detención por varios meses. Al relatar ese episodio, fue el único momento en el que Capriles habló en primera persona. También se refirió el gobernador al deseo legítimo de todos de ser propietarios de lo que se ganen con su esfuerzo. "No hace falta para que brille nuestra luz, apagar la luz del otro. No hace falta quitarle nada a nadie para que Venezuela progrese".
La clave de Capriles para gobernar al país es el progreso y dejar atrás el odio y la confrontación. "Donde hay progreso hay salud, educación, vivienda, seguridad". A los jóvenes que han abandonado el país "les vamos a ofrecer razones para que vuelvan".
El Universal
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