Venezuela cada vez más cerca a ser una nación adherida la ilegalidad
No debe ser muy preciso el sentido del calificativo “país forajido”, poco más o menos lo que dicen los diccionarios de los forajidos, malhechores que huyen, preferiblemente fuera de las ciudades. Y como todos los improperios políticos puede ser aplicado al enemigo, con o sin razones: más forajido serás tú.
Pero mal que bien eso que llaman la comunidad internacional suele coincidir en aplicárselo a algunos villanos que se distinguen por su adhesión al narcotráfico, al terrorismo, a la corrupción sin barreras, a masacrar a sus pueblos o a intervenir en otros, que no acatan el ordenamiento legal internacional y sus instituciones o que borran toda huella de libertad y derechos individuales en sus predios.
No necesariamente el país forajido debe poseer todos los distintivos indicados, con dos o tres de ellos, bien mezclados, basta.
Para ser franco no diríamos que Venezuela es ya uno de esos selectos propietarios del feo remoquete, así se lo apliquen con cada vez más frecuencia. Pero sí se puede afirmar que con un poquito de tenacidad vamos a lograrlo, al menos un vasto consenso al respecto.
Mira que hemos aparecido en las páginas rojas y en las páginas negras de medio mundo en nuestra ya prolongada vida quintarepublicana. Justa delimitación porque nadie pensaría ni por un instante que nuestro Kerensky, el muy honorable Rafael Caldera, fuese capaz de cometer semejantes horribles pecados.
Cuatro distinguidos conciudadanos acaban de entrar en una oscura lista que maneja el Departamento del Tesoro de los gringos por sus vínculos con el narcotráfico y el terrorismo. Que se suman a otros dos precedentes, uno de los cuales es el general que afirmó que ni de vaina aquí se cambia de gobierno, en su caso precaución muy razonable. Las malditas computadoras de Reyes por lo visto no van a callarse nunca.
Pero por ahí viene también la sentencia de la Corte Interamericana sobre la inhabilitación de Leopoldo López por el finado contralor Russian, muy aficionado a esta figura legal. Según la Constitución, Venezuela debe honrar todos los tratados internacionales que ha firmado, lo cual incluye el acatamiento de las decisiones de la Corte.
Pero ya la Presidenta del Tribunal Supremo ha dicho que no aprobarán nada que vaya contra la Constitución, lo cual crea un trabalenguas estupendo. De darse el caso se habla de sanciones, al menos de maldiciones. Y de acto forajido.
Pueden ser dos pasos más para lograr entrar en el exclusivo club. Nuestro manifiesto amor por cualquier gorila que no deje duda sobre su condición. Nuestra agencia de maletines voladores. Las causas en los tribunales españoles, vía ETA.
Los tormentos que nos han dado la FARC con todas sus idas y venidas. La amistad con el teócrata iraní, con su mezcla del Corán y el átomo. Makled y compañía. Los insultos de nuestra entrenada diplomacia, comandada (como todo) por el Presidente. Todo ello, que no es sino una apretada síntesis ya nos da un prontuario consistente al que sumar los últimos palmares. Venezolanos, todavía un esfuerzo, estamos cerca.
Tal Cual Digital
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