El presidente Rafael Correa se declaró secuestrado en un hospital, de donde fue liberado anoche en un aparatoso procedimiento transmitido en vivo por la televisión pública. Todo se desarrolló en el marco de un confuso episodio y nada pudo ser corroborado por fuentes independientes porque el Gobierno impuso una férrea censura a la prensa. Hay muchísimos hechos sin sentido que no han sido aclarados.
Algunos analistas indican que la actuación de Correa contribuyó a que empeoraran las cosas este jueves. Más de 24 horas después del operativo militar que sacó al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de un hospital de la policía en Quito, continúa el debate sobre si lo acaecido este jueves en el país andino fue o no fue una intentona golpista. El hecho de que este debate exista en un país latinoamericano es de por sí curioso, teniendo en cuenta que pocas regiones en el mundo son tan capaces de reconocer un golpe de Estado cuando lo ven y son bien conocidos sus diversos modus operandi.
Levantamiento militar con apoyo civil, rebelión civil con apoyo -o al menos indiferencia- militar, toma de los edificios estratégicos de la capital, cerco del palacio presidencial, "invitación" al mandatario de turno a dejar el país son algunas de las características más habituales de estos procesos tan comunes en la historia de América Latina.
Ecuador debería ser capaz además de reconocer cuándo uno de sus presidentes está en apuros: En 1997 Abdalá Bucaram perdió la presidencia en medio de protestas masivas, en el año 2000 Jamil Mahuad fue depuesto por un levantamiento indígena-militar y en 2005 cayó Lucio Gutiérrez, cabecilla del anterior golpe y hoy señalado por Correa como uno de los responsables de lo ocurrido este 30 de septiembre. El actual presidente no tiene dudas en calificar lo que comenzó como una protesta policial 48 horas atrás como una conspiración. "Lo que ha ocurrido fue una sublevación muy grave. No fue por sueldos", dejó claro Correa este viernes.
"No fue": Los que no comparten la visión del presidente señalan que este jueves no ocurrieron ciertos factores típicos de esta clase de levantamientos: los amotinados fueron policías, no militares; el presidente nunca dejó de gobernar, aún rodeado por sublevados en el hospital policial; y no se produjo una movilización civil exigiendo su salida.
"No hay ninguno de los elementos clásicos de un golpe de Estado. Hay que tratar este tipo de conceptos con más rigurosidad", dijo a BBC Mundo el abogado y columnista del diario El Comercio de Quito, Fabián Corral.
"Lo de Bucaram y Mahuad fueron sublevaciones populares. Un golpe de Estado típico fue el que terminó con Jamil Mahuad, donde actuaron los militares apoyados por los indígenas", agregó Corral y describió a su parecer lo ocurrido horas atrás.
Las insubordinación policial de este jueves ha dado para cualquier cantidad de interpretaciones.
"Hubo una insubordinación policial por un reclamo laboral, no hubo afán de derrocar al presidente. Quienes tienen la fuerza en el Ecuador son los militares y el ejército no quiere tomar el poder político".
Para el ex canciller de Jamil Mahuad, José Ayala Lasso, "fue un levantamiento de la policía nacional que no tuvo en un primer momento la intención de ser un golpe de Estado, aunque la forma en que actuaron en Quito y Guayaquil refleja una coordinación perfecta". Pero Ayala Lasso cree que todo pudo haber pasado a mayores, debido paradójicamente a la actuación del presidente: "La forma en que se manejó el tema exasperó los ánimos, la situación se degeneró y estuvo en riesgo la institucionalidad", afirmó a BBC Mundo.
"Sí fue": Para los que definen lo ocurrido como una intentona golpista, sí se produjeron elementos propios de estos procesos: el presidente estuvo capturado por sublevados armados, que incluso lanzaron bombas lacrimógenas contra los civiles que quisieron liberarlo, y hay cuatro muertos que muestran a las claras la crudeza de los combates del jueves por la noche.
Además, áreas clave de la capital estuvieron tomadas: miembros de la fuerza aérea coparon la pista del aeropuerto Mariscal Sucre y asambleístas del gobierno denunciaron que la escolta del Palacio Legislativo no les permitió el ingreso a la Asamblea Nacional.
El historiador Jorge Nuñez indicó a BBC Mundo que "se trató de una asonada que quería fijar las bases para un golpe de Estado". Nuñez justificó su apreciación en la presencia de cuadros retirados de la policía actuando encapuchados en el Regimiento Quito y otros 50 encapuchados atacando medios públicos. "Quisieron sondear a la opinión pública. Ellos pensaban que bastaba una chispa para generar un incendio. Creían que su punto de vista era compartido por la mayoría. En otras épocas se producía la irrupción de militares o una masiva manifestación popular, ésta vez la manifestación fue a favor del gobierno y de la democracia", agregó.
La visión de que se trató de un golpe de Estado no es sólo sostenida por el gobierno ecuatoriano sino también por los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que este viernes exigieron en Buenos Aires que "los responsables de la asonada golpista en Ecuador sean juzgados y condenados".
Accionar de Correa: Aunque el presidente Correa no tiene dudas de que se trató de un golpe, es difícil pensar que ésta era su percepción cuando todo comenzó el jueves por la mañana. Si así fue, es difícil entender cómo terminó en el interior del Regimiento Quito protegido solamente por algunos escoltas y a merced de los amotinados.
Para el historiador Jorge Nuñez, que defiende la tesis del golpe, el mandatario no valoró bien la situación y puso en riesgo su integridad. "No le corresponde a un presidente aplacar una huelga o terminar con una asonada".
Felipe Urbano, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito, dijo "el gobierno nunca supo la magnitud del malestar de la policía ni el nivel de ruptura entre la tropa y los altos mandos. Esta falta de información lo llevó a actuar de esa manera". El investigador agregó a BBC Mundo que aunque el mandatario hable de golpe, es su propia popularidad la que hace que no se pueda comparar lo ocurrido años atrás en Ecuador con lo que pasó este jueves. "En el pasado, había una debilidad de los presidentes, pero Correa es un presidente fuerte, sólido, que ha ganado siete procesos electorales, que subió al poder en un momento de debilitamiento de los procesos de movilización social y ha tenido además unas condiciones económicas muy favorables", concluyó Urbano.
BBC Mundo.
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