Al persistir en sus políticas erráticas que ahondan el deterioro del país, Chávez obliga a que los millones que se oponen a su evolución no esperen con brazos cruzados el advenimiento de los comicios presidenciales para rechazar definitivamente su gobierno
La sabiduría y creatividad que ha mostrado la Mesa de Unidad Democrática, organización política tan genuinamente nuestra, tan endógena como suele decirse hoy día a lo largo del último proceso electoral hizo posible que se sentaran las bases para una transformación radical de nuestro acontecer político.
Se trata de la conversión de más de cinco millones de individuos que el 26 de septiembre fueron a manifestar su voluntad en el silencio y aislamiento riguroso que brindan las urnas, en una sola voluntad electoral.
Este insólito tipo de metamorfosis, que entre nosotros parecía pertenecer más al orden de las piadosas ilusiones que de la realpolitik, creó, en efecto, las expectativas de una nueva vida política, de una nueva gobernanza, donde se tomaran en cuenta los intereses materiales y espirituales de la mitad de los venezolanos, el sentir y el pensar de más de cinco millones de electores.
Justo a dos meses de realizados los comicios, tenemos hoy suficientes elementos como para ver el sentido, origen y alcance de la acción de la MUD y de la reacción del presidente Chávez.
La transformación de una oposición atomizada por razones políticas, ideológicas y, sobre todo, por distintos intereses materiales y espirituales, en una sola voluntad, se debe a que la MUD supo explicar y convencer a todos los electores que lo que estaba en juego no eran tanto intereses individuales, de grupo, de región o de partido, sino intereses nacionales, intereses de todos los venezolanos.
Se votó contra Chávez, porque su gobierno no ha sido capaz de ofrecerle a los venezolanos un mínimo de seguridad y confianza en lo que atañe a la vivienda, la salud, la ocupación y la misma supervivencia física.
Se votó contra Chávez porque su gobierno no ha cesado en su empeño de atacar derechos y libertades, como el derecho a la propiedad o la libertad de empresa, que no sólo hoy son reconocidos hasta en Cuba, sino que son indispensables para lograr cuanto es necesario para constar esa seguridad y esa confianza que hemos perdido todos los venezolanos.
Y frente a esta condena de toda su política por parte de la mitad y más de los venezolanos, Chávez ha reaccionado con su estrategia de "radicalizar la revolución.
Y al proceder así, Chávez ha ido aún más allá de lo que había logrado la MUD al crear las bases para una transformación de nuestra vida política. Chávez, al persistir en sus políticas públicas y en sus relaciones exteriores que ahondan el deterioro del país, obliga a que los millones que se oponen a esa política no esperen con los brazos cruzados el advenimiento de los comicios presidenciales para rechazar definitivamente su gobierno.
Obliga, en una palabra, que los electores del 26 S, emprendan sistemáticamente la protesta y la condena a la voluntad de Chávez de continuar su política de imposición y arbitrariedad.
Obliga a la MUD a llamar a toda la oposición a manifestar por todos los medios democráticos (marchas, reuniones, foros, declaraciones colectivas, etc.) su voluntad de impedir el desarrollo de un gobierno totalitario y excluyente.
Obliga a que todos los electores que siguieron a la MUD, hoy se transformen en militantes de esta organización que la ayude a multiplicar su capacidad de convocatoria y movilización.
Estamos en la obligación de servirnos de las redes sociales y de nuestros recursos personales para ayudar a la MUD a cumplir con sus nuevas tareas.
Tal cual Digital.
No hay comentarios:
Publicar un comentario