Cuatro patrullas, ocho motorizados y 16 efectivos de la Policía Nacional escoltaron, con seguimiento de perros de presa, al dirigente político español Jaime Mayor Oreja durante su visita a Venezuela. Vicepresidente del Grupo Parlamentario Popular Europeo, militante del Partido Popular, ex ministro del Interior en el gobierno de Aznar, Mayor Oreja se tomó filosóficamente la circunstancia y cumplió su agenda en medio de esa parafernalia sin dar muestras de disgusto. Vasco de nacimiento, durante su paso por el gobierno lidió con la ETA de los años ochenta, pero ya desde mucho antes supo lo que significa ser objetivo militar de la organización.
-¿A qué atribuye la solicitud de extradición de Arturo Cubillas, por parte del gobierno español? -En la lucha contra el terrorismo hay que aplicar toda la ley sin dejar un resquicio. La petición del Gobierno español es lógica y cuenta con todo mi respaldo. Ojalá la respuesta del Gobierno venezolano sea también la correcta.
-¿Obedece la solicitud a los cambios en el gabinete del gobierno de Zapatero? -Sería largo y prolijo, además de inútil, entrar en un juicio de intenciones sobre el gobierno español, cuya política, yo he dicho, no es la correcta. Nunca he creído que el diálogo con los terroristas llegue a ninguna parte. Pero sería absurdo decir que el gobierno hace esto por un motivo o por otro.
-En Venezuela, desde la oposición, no se entiende la blandura del gobierno español hacia el venezolano y no sólo en el caso Cubillas. -Para eso nosotros estamos tratando de favorecer una alternativa al actual gobierno español y no sólo en el plano interior, sino también en el exterior. La política de España en estos temas y en sus relaciones con algunos países de América latina deja mucho que desear.
-¿De qué manera puede influir en la situación españolas ramificaciones de ETA con la guerrilla colombiana, involucrada a su vez con el gobierno venezolano? -Las ramificaciones de ETA y sus relaciones con las FARC han sido permanentes y no son nuevas.Yo arranqué como ministro del Interior en 1996... .
-Y ya ETA había atentado contra su vida. - Tuve una etapa difícil siendo muy joven, cuando asumí responsabilidades en la (UCD, partido de la transición durante el gobierno de Adolfo Suárez) y ETA decidió matar a sus miembros en 1980. Tuve la suerte de salir ileso de una serie de atentados. En cambio mis compañeros de lista fueron asesinados.
-Luego enfrentó a ETA como ministro del Interior. -Durante el gobierno de José María Aznar y en eso siempre he defendido lo mismo. Hay dos políticas antiterroristas: aquella que entra sólo en el Estado de derecho y otra que al final necesita dialogar y negociar con los terroristas. Esta segunda es un atajo que te lleva, o al diálogo con los terroristas o la creación de órganos, fuera de la ley, para matarles. Curiosamente a los gobiernos que dialogan siempre han intentado matarles. Aquí la única referencia es el Estado de derecho.
-¿Insiste el gobierno español en negociar con ETA? -Porque forma parte del proyecto de Rodríguez Zapatero, asentado en la expresión del relativismo máximo en todos los terrenos, incluyendo la lucha antiterrorrista. ¿Por qué Zapatero abre una negociación política con ETA en el 2004, fecha en la que llega? Porque es parte de su proyecto y su gobierno va a concluir con otro proceso de las mismas características.
-¿No plantea eso un conflicto de poderes si consideramos que los tribunales avanzan en los procesos a ETA? -Los procesos políticos y sociales, cuando se ponen en marcha, son difíciles de parar.
-En el 2007 usted me dijo que las negociaciones de Uribe con las FARC, a propósito de la mediación de Chávez, eran "un disparate", con el agravante de qu el mediador estaba inclinado a favor de uno de los bandos. -Frente a las organizaciones terroristas sólo cabe el estado de derecho. ETA, además de ser una organización terrorista es un proyecto político de ruptura de España. De manera que se trata no sólo de combatir a una organización terrorista sino a un proyecto político.
-Que, además, se inscribe en la izquierda radical. -En la ruptura de España. Ellos aprendieron de sus padres que el terrorismo era el método para independizar al País Vasco. Por eso a ETA no sólo debe medírsela por sus comandos sino por la forma en que evoluciona la fortaleza de una nación. Cuando una organización terrorista tiene tales características, su fuerza equivale a debilidad de la nación.
-No obstante, a pesar de los años de gobierno del PP, ahí sigue ETA. -La presencia de ETA en los ochenta no se parece en nada a la del 2010. En aquel momento era una pesadilla permanente para los españoles. Hoy es otra cosa. Hay que tener paciencia, perseverancia y tenacidad para combatir a una organización de esas características. No es un proceso de la noche a la mañana. Debemos entenderlo en toda su complejidad.
-Me decía usted, en el 2007, que al final los totalitarismo pierden. Y lo advertía a propósito del proyecto chavista. ¿Cómo lo ve ahora? -Yo tengo una visión esperanzadora del futuro. Al final siempre se avanza en la buena dirección. Hoy vivimos una crisis de valores en Occidente, que no sólo es económica, o financiera, sino de modelo, del Estado de bienestar. Esa misma crisis ocurrió en América latina diez años antes. No se trata de meras desigualdades sociales, es la crisis de nuestro modelo, que se adelanta en países donde el fenómeno es más notorio.
-¿Habla de la crisis del modelo del Estado interventor? -Del modelo democrático. De nuestro modelo. No por casualidad emergen en América latina movimientos populistas, expresión de la crisis de valores del modelo democrático occidental.
-Entonces, ¿lo que está en cuestión es la democracia? -Los movimientos populistas son el resultado de la crisis de nuestro modelo. No el resultado de un modelo genial o innovador. Es la crisis de valores de un sistema democrático que en lugares donde hay desigualdad social prende diez años antes. . Lo que hay en Europa ahora...
-¿Emerge el populismo en Europa? -De otra manera. Este año, por ejemplo, en Holanda, ha surgido un partido populista, de extrema derecha, xenófobo, contra la inmigración, fruto de la crisis de valores. Es la expresión del populismo, pero al revés. Es un populismo de extrema derecha, propio de sociedades de alto grado de bienestar.
-Frente a la crisis quedan dos opciones. O volver al pasado para la recuperación de los valores perdidos o la búsqueda de una nueva manera de organizarse en sociedad. -Las dos cosas son compatibles. No sólo vivimos una época de crisis, sino de nuevos desafíos. Es un nuevo mundo en el que debemos compartir nuestras riquezas con otras potencias emergentes. Las clases medias ya no sólo existen en las sociedades occidentales. Hace falta actualizar valores.
-¿A qué valores se refiere? -A aquellos que afectan a la persona y las instituciones más próximas a ella: familia, educación, austeridad, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, el no vivir por encima de las posibilidades reales, el de no endeudarse más de lo necesario.
-Esa es la receta perfecta para perder unas elecciones. -No se que sentido electoral tiene, pero eso es lo que se debe hacer. La crisis está allí y tiene diversas manifestaciones. Desde el populismo hasta movimientos radicales xenófobos.
-¿Es el Tea Party una manifestación de esos movimientos? -No me atrevo a analizar una sociedad como la norteamericana, pero, ¿qué duda cabe de que el debate en los EE.UU., cultural, social, en el propio corazón de la mentalidad del norteamericano, va más allá de las diferencia tradicionales sobre la actitud ante los impuestos o la izquierda y la derecha? Ese debate tenía que llegar porque la democracia occidental se ha hecho vieja desde 1945.
-Spengler proclamó antes la decadencia de Occidente. -Hay una cierta decadencia. En España se percibe una crisis total, nacional, económica, social, de empleo.
-La crisis del capitalismo de la cual habló Marx. -Es la crisis de nuestro modelo. Marx dijo otras cosas, pero las referencias comunistas y socialistas han dado lo que han dado: expropiaciones, el estado interventor. Y eso no lleva sino a la catástrofe.
El Universal.
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