Pasados los días, bajan las pasiones y se puede ver el 26S con mayor objetividad. En la política juegan mucho las percepciones y en consecuencia, más importante que la realidad es lo que la gente cree. Claro, mejor aún cuando ambas cosas coinciden.
Pues bien, no importa lo que diga el Presidente, en Venezuela hoy existe la convicción de que Chávez salió derrotado, ahora está en minoría y si tiene más diputados, es producto de una truculencia. Comparto esa opinión pero me permito alertar sobre un peligroso triunfalismo que impide valorar aspectos claves para garantizar una victoria en el 2012.
Primero, este es un gobierno tan desastroso -son tantas las calamidades- que era de esperarse que la oposición le diera una monumental paliza y no es así. Chávez es minoría pero obtuvo el 48% de los votos.
¡Nada despreciable! A nuestro juicio, la principal explicación es: 1) La unidad es un avance pero no es suficiente, muchos sectores fueron excluidos.
2) Parte del chavismo se abstuvo y la gente votó más "contra" el gobierno que "por" una propuesta. Es decir, la oposición no ha logrado aún perfilar una alternativa.
Hay datos reveladores: sin incluir al PCV, sólo el PSUV obtuvo 115.113 votos más que la MUD. La oposición derrota al gobierno al sumar la votación de PPT y de otros factores no chavistas.
Por supuesto que la MUD es hoy el principal centro de dirección política en el campo opositor pero -para decirlo en criollo- "no están todos los que son, ni son todos los que están". ¿Qué hará la MUD para ampliar su espectro? ¿Seguirá privando la prepotencia de algunos factores?
Segundo, la victoria del 26S no garantiza por sí misma un triunfo en el 2012, aunque luce muy probable. Surgen algunas interrogantes: ¿Podrá Chávez recuperar terreno? Eso no dependerá sólo de él. Ya sabemos que adoptará la línea de la radicalización para ocultar su debilidad y que –por las razones que sean- tiene mayoría en la AN.
¿Qué hará la oposición? ¿Y los diputados electos? ¿Tendrán el coraje que se requiere? ¿Esperarán a enero para actuar? Una cosa es clara, el liderazgo no se demuestra sólo ganando una elección.
Hoy la oposición ha ganado la calle pero por ella será la batalla en los próximos 2 años: quien pierda la calle, perderá las elecciones. No perderla es mantener presencia activa en diversos escenarios, defender a la gente, interpretar el sentir colectivo, atender la demanda social y proponer soluciones.
Para hacer eso eficazmente se requiere coherencia política y una unidad que trascienda las fronteras partidistas. ¿Estará consciente el liderazgo político de semejante desafío o seguirá celebrando el 26S?
Tal Cual Digital
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