Quizás sea en el ámbito internacional donde se ha manifestado con más fuerza el impulso chacumbeliano (los freudianos dirían tanático) que mueve a Hugo Chávez.
Como se sabe Chacumbele es aquel personaje de la vieja guaracha cubana en cuyo estribillo se repetía el verso "pobrecito Chacumbele, él mismito se mató", en alusión a que por haber engañado a su esposa ésta lo mató a puñaladas. Chacumbele pasó a ser el símbolo de quien se desgracia a sí mismo a punta de sus propios errores.
En nuestro país, basta con pasearse por la crisis de la vivienda y por la de la electricidad para ver hasta qué punto Chávez se ha venido matando él solito. Sólo que durante varios años la conducta errática, y en no pocas ocasiones equivocada, de la oposición, no permitía aprovechar la infinita cauda de errores en que incurría el Presidente.
Felizmente eso se superó y ahora la cosa es distinta.
Pero en el mundo internacional el derrumbe de su prestigio ha sido estruendoso.
Aquellos años de euforia, cuando llegaba a cualquier país en olor de multitudes y líderes políticos, así como algunos presidentes, se desvivían por retratarse con él, cosa que lo hacía delirar con su liderazgo continental contra "el imperio", se han desvanecido como humo que se lleva el viento.
Hoy es lo contrario. Chávez raya. Y la derecha se aprovecha de eso, anatematizando a sus rivales electorales con la acusación de que son chavistas e incluso están financiados por el venezolano. Lo que obliga a todo líder de izquierda que aspire a la presidencia a gastar buena parte de su campaña jurando y perjurando que lo suyo no tiene nada que ver con Chávez. Porque Chávez raya.
Allí está Ollanta Humala, tratando desesperadamente de sacudirse la ominosa sombra de Chávez. Puede creérsele o no, pero es innegable que el peruano comprende perfectamente bien que su amigo de hace cinco años hoy es un incordio que perjudica su chance electoral. Hasta admite que necesita ser "más contundente para desmarcarse de Chávez", cuya compañía, hace cinco años, considera hoy "un error".
Funes, en El Salvador, dejó bien claro en su campaña, y luego en su desempeño de la presidencia, que su paradigma es Lula y en modo alguno Chávez. En reciente reunión en República Dominicana, convocada por Leonel Fernández, tuve ocasión de conversar con el ex ministro de Relaciones Interiores de Zelaya.
Éste me confesó que la conducta y el lenguaje de Chávez en aquella sociedad tan conservadora los habían perjudicado muchísimo. "Chávez no sabía a qué sociedad tan conservadora se dirigía, un país donde hasta la izquierda es conservadora".
Cuando Chávez pronunció su famoso primer discurso en Tegucigalpa, frente al palacio presidencial, flanqueado por Mel, dijo tales "barbaridades", dice el antiguo ministro, que la madre de Mel le decía con manos temblorosas y ojos húmedos, "Pero Don Víctor (Víctor Maza es el nombre del ex ministro), Mel no va a hacer ese poco de locuras que ha dicho ese señor".
Claro, Mel después puso lo suyo cosa que, por supuesto, no excusa en modo alguno el golpe militar pero el cuento revela hasta qué punto Chacumbele, que en una época se llegó a creer dueño del circo latinoamericano, hoy es apenas un triste payaso del elenco, que de no ser por la gorda chequera que porta nadie quiere tener muy cerca.
Tal Cual Digital
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